
Trasfondo
Su consejero, Merlín, desapareció la misma noche y desde entonces no fue visto por nadie. La reina Igraine y Gorlois, su anterior marido, habían tenido tres hijas: Morgause, Elaine y Morgana. Antes de morir, su padrastro Uther las casó con otros reyes britanos, pero la pequeña y rebelde Morgana fue encerrada en un convento donde no tardó en aprender magia suficiente como para ser llamada “Le Fay”. Con la única heredera al trono de Uther fuera de circulación, el resto de reyezuelos se enzarzaron en una guerra entre ellos a sangre y fuego por el poder. Los planes de Morgana para recuperar el trono que legítimamente le correspondía fueron meticulosamente elaborados y fríamente ejecutados. Lentamente, fue ganando influencia y poder sobre los reyes en conflicto, que ignoraban quién tiraba de sus hilos, hasta que fue demasiado tarde. Pero el destino les preparaba otras amargas sorpresas...
Entonces llegó a las costas de Albión el terror, en forma de impasibles guerreros armados con hachas, que salieron caminando entre las olas, traídos por los vientos glaciales del Norte. Llegaron en una gran incursión y su finalidad era el pillaje. Decenas de barcos dragón, formando una gran armada, se internaron por el estuario del mayor río de Albión y comenzaron a tomar territorios en el sur.
Los nórdicos no encontraron mucha resistencia cuando atacaron por la espalda a los sorprendidos reyes britanos, que hasta ahora estaban ocupados combatiendo entre sí por el control de los otros reinos de la isla. La líder vikinga, la misteriosa reina Revna, era un enigma. Solamente se sabía de ella el respeto que infundía a sus soldados y la admiración que estos le tenían, e incluso se rumoreaba que había vuelto del Valhalla después de morir con una misión encomendada por el mismísimo Odín.
Mientras los reyes britanos combatían entre sí y los vikingos lo aprovechaban para tomar sus territorios, algo más sucedió. Los incursores vikingos servían a sus propios dioses, los Aesir. Y el dios cristiano que habían traído los romanos comenzó a tener más seguidores cada día que pasaba. La religión britana de toda la vida, la Antigua Tradición, perdía adeptos ante el empuje de los misioneros cristianos. Los antiguos dioses de Albión contemplaron con ira la llegada de los recién llegados y despertaron a sus creyentes del pueblo oculto, los descendientes de los Tuatha Dé Danann.
Entre el rumor de las fuentes, en el fondo de las minas, bajo la superficie de los lagos y entre los árboles del bosque, aquellos que se escondían de la mirada de los hombres desde hacía mil años comenzaron a agitarse, cuando el susurro de una voz femenina les prometió que, pronto, llegaría el momento de limpiar Albión del reino de los humanos, de recuperar su antigua gloria y de volver a caminar bajo la luz del sol. Dentro de una colosal colina hueca, en los bosques jamás hollados por los hombres, se hallaba el Daoine Sídhe. En su interior vivía la más extensa comunidad feérica de Albión, los Tuatha Dé Danann («gente de la diosa Danu») o "tribu de los dioses”, los descendientes de los Antiguos Dioses. Y estos estaban gobernados por la reina Carrigan, la más poderosa de los Tuatha, la cual convocó a sus ejércitos y estos surgieron como hordas de su reino para purgar la tierra de la plaga de la humanidad.
l rey Uther Pendragón, el mayor caudillo guerrero de Britania murió hace cinco años.
E

Viviane, la sacerdotisa más sabia y poderosa de Albión, conocida también como la Dama del Lago, recibió entonces la visión que lo cambiaría todo. Una visión proveniente de los mismos dioses que luchaban por el control de las almas de Albión, y en la que se proponía una forma de impedir la inminente destrucción total de la isla por la guerra entre las tres facciones.
La sacerdotisa visitó a cada una de las Avatares que guiaban a sus ejércitos hacia la guerra, y a las tres les reveló el contenido de su profecía. Cada año habría un Desafío al que los tres poderes en conflicto enviarían a sus Avatares, acompañadas de sus mejores guerreros y sabios. El Desafío consistiría en obtener a través de varias pruebas la corona de Albión, el Dragontorc. El bando vencedor sería quien gobernaría durante un año indiscutidamente hasta el siguiente Desafío. Y así sucesivamente, hasta que los mismos Dioses determinasen qué sucedería con el reino.
Dada la igualdad de fuerzas, las Avatares aceptaron a regañadientes el Desafío de los dioses, ya que ninguna por separado tenía el poder suficiente para aplastar a los otros dos bandos. Con sus mejores efectivos, tres expediciones partieron hacia la Isla de Avalon, donde tendría lugar el Desafío.
Durante Las Nieblas de Avalon, las Avatares compiten entre sí para obtener el Dragontorc que les otorgará el poder y el control sobre la isla entera de Albión. Para ello, necesitan a los habitantes de sus campamentos para obtener el poder y la gloria que desean. A lo largo del evento los miembros de cada campamento podrán competir con el resto de campamentos para obtener el Dragontorc, ya sea luchando, demostrando sus dispares habilidades o resolviendo peligrosas misiones que seguro irán ofreciendo las Avatares y otros personajes a los más osados y aventureros.
l mismo cielo tembló ante la furia de los dioses que allí se enfrentaban.