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Facciones

uatha Dé Dannan

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Una pequeña criatura paró a unos metros de la entrada, exhausta de su largo viaje. Por fin había llegado a la morada de la destinataria del pergamino que sujetaba con todas las fuerzas que le quedaban. No fue tarea fácil llegar hasta allí, pero sabía que la vuelta sería aún más ardua, si es que conseguía regresar.


Cuanto más se acercaba al portón de la entrada, mejor podía observar la grandiosidad de la bella e intrincada puerta y entendía cuán insignificante era ella en comparación.

Explicó su mensaje a los imponentes faunos que custodiaban la entrada, señalando el pergamino que portaba en la mano. Se miraron entre ellos y, tras una pausa, asintieron. Al abrirse la puerta, ella inhaló profundamente, como si además de aire sus pulmones pudiera llenarse de coraje, y traspasó la entrada.

Se dirigió hacia la recepción de la diosa. Muy a su pesar, cuando ya estaba en su presencia, se dio cuenta de que la respiración en la entrada no había servido de nada. Todo su cuerpo temblaba ante la temible y misteriosa figura.

-Un me-me-mensaje de la Dama del Lago para vo-vo-vos, mi señora -logró tartamudear.

La diosa fijó sus ojos en la criatura y ladeó la cabeza al notar su falta de protocolo. Se apiadó del pobre ser.

-¿Tan ocupada está ahora como para no poder venir en persona y saludar? -sonrió con sorna mientras abría el pergamino. Su rostro burlón fue cambiando a medida que su lectura avanzaba. De la burla inicial pasó a la seriedad y después a la ira a mitad del mensaje, bajo la mirada aterrada de la pequeña criatura que no pudo contener un pequeño grito al ver cómo la mano de la diosa clavaba sus uñas en el pergamino. Para su suerte, su atención también seguía clavada en el mensaje.

-Un desafío… -reflexionó sobre el mensaje con la mirada perdida en algún punto que los seres inferiores eran incapaces de ver-. Los humanos se han vuelto arrogantes tras la última batalla, han olvidado quiénes son los verdaderos dueños de las tierras que ahora pisan. Hay que bajarles de esa nube en la que se encuentran; cuanto más alto creen estar, más dura es la caída, ¡y más dulce la venganza! -Volvió la mirada al mensaje y su rostro esbozó una sonrisa desafiante-. Bien…. Devolveremos a los humanos al lugar que realmente se merecen… ¡Y nosotros volveremos a ocupar el nuestro al fin! -Hizo una pausa-. ¡Tú! -La pequeña se irguió e inconscientemente cerró los ojos, temerosa de que se derritieran bajo la mirada llena de ira de la diosa-. Comunícale que Carrigan de los Tuatha Dé Danann acepta su desafío y que el próximo mensaje me lo puede entregar ella misma sin depender de otros -prosiguió Carrigan antes de que la pequeña pudiera abrir la boca para despedirse. La carcajada con la que finalizó la diosa tronó hasta las montañas y le heló la sangre a la criatura, quien se despidió con una rapidez impropia de las normas de cortesía y salió de allí despavorida.

Sin demora, la diosa prosiguió a reunir a los seres que antaño formaron su gran y glorioso ejército. Esta vez, su facción estaría más que preparada para cualquier tipo de prueba que la Dama del Lago le pudiera preparar.

A pesar de las diferencias que tenían entre sí todas las razas de los Tuatha de Danann, Carrigan sabía que, con las palabras adecuadas y apelando a los recuerdos más significativos de cada una, serían capaces de olvidar las rencillas que los habían separado durante siglos. Esta gran ocasión los unirían a todos en una gran fuerza y una sola mente, una ira imparable que caería ante todo aquel que osara apartarlos de su meta: vengarse de los humanos y volver a la tierra que por derecho les correspondía por fin.

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​¡Bienvenidos, hijos de Tuatha Dé Danann!


Durante siglos, hemos vivido en una dimensión mística, llena de misterios y belleza sobrenatural donde la magia fluye como el aire que respiramos. Sin embargo, este lugar no es nuestro origen. Nuestra patria es Albión, una tierra bella y próspera que nos vio nacer y crecer hasta que los humanos se volvieron arrogantes y, tras la última batalla contra ellos, decidimos replegarnos a esta dimensión, lejos del alcance de sus despreciables manos.

Aquí nos recuperamos de la última contienda, nos volvimos más fuertes, más inteligentes y más poderosos. Las heridas curaron, pero las cicatrices nos recuerdan que no hay perdón.


Nuestra paciencia ha sido recompensada y, al fin, ha llegado la oportunidad de cobrar venganza. Los humanos que en su día se unieron contra nosotros ahora se encuentran diezmados, divididos y enfrentados entre sí por unas tierras que han olvidado que en realidad son nuestras.

A este conflicto se ha añadido la aparición de otros humanos venidos de tierras lejanas, del otro lado de los mares, quienes han desembarcado con aún más soberbia. Desde que han puesto pie en estas tierras se han apropiado de riquezas que no les pertenecen sin importar quien se interpusiera en su camino.


Bajo el mando de la diosa de la guerra, Carrigan, los Tuatha Dé Danann hemos dejado atrás nuestras diferencias y nos hemos unimos de nuevo, como un solo pueblo, pues ha llegado la hora de reclamar lo que es nuestro, de recuperar Albión, el hogar que por derecho nos pertenece. Expulsaremos a los humanos de estas tierras tal y como ellos hicieron con nosotros antaño. ¡Al fin nuestra venganza se hará realidad!


Así da comienzo Las Nieblas de Avalon.


Los Tuatha Dé Danann son criaturas que los humanos temen por ser distintos a ellos. Están formados por diferentes razas basadas en la mitología celta, todas ellas con un factor en común: características físicas sobrenaturales. Por ejemplo: alas, cuernos, extremidades similares a las de un animal, orejas puntiagudas y deformaciones del rostro, entre otras.


Entre las diferentes razas de los Tuatha Dé Danann, podemos encontrar hadas (seelie/unseelie), enanos, elfos, orcos, faunos, duendes y espíritus, ¡pero hay muchos más entre sus filas!.


Para inspiraros sobre cómo vestir a vuestro personaje de “Las nieblas de Ávalon”, os dejaremos una galería de fotografías que hemos hecho con nuestros amigos. Son posibles integrantes de la facción, pero no os limitéis a estos. Vuestra imaginación es vuestra mayor aliada, ¡dejadla volar!

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